San
Vicente es un santo fundamental en el santoral y devocionario
oscense, lo cual no debe extrañarnos ya que la tradición y la
crónica hagiográfica indican expresamente el origen oscense
del santo. Pero la fama del santo era proverbial y generalizada
en la Europa medieval; hay que tener en cuenta que el propio San
Agustín de Hipona glosó su martirio y tenía al santo como
figura paradigmática del cristiano.
El
martirio tuvo lugar en los primeros años del siglo IV, tras el
edicto de Diocleciano en el que se recurría a una nueva
persecución del cristianismo, que en algunas provincias como
Hispania estaba ya muy cuajado. Al contrario que en la
representación del martirio de Santa Catalina, en éste las
diferentes escenas concuerdan con bastante exactitud con la Leyenda Dorada y con las
Actas de los Mártires. Si hacemos una
lectura del Frontal que lo recorra de izquierda a derecha y de
arriba a abajo en sus tres hileras o registros, podemos contemplar
las siguientes escenas:
REGISTRO SUPERIOR:
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1ª escena: La policía imperial detiene al obispo San
Valero y a su diácono Vicente, seguramente en Zaragoza. La
acusación solía ser la de impiedad, es decir el culto a falsos
dioses, y desobediencia al Emperador.
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2ª escena: En Valencia se realiza el interrogatorio del obispo Valero
por parte del prefecto Daciano, desplazado a la Tarraconense con
objeto de contener la expansión cristiana. Pero ante la escasa
facilidad de palabra del obispo Valero, su diácono Vicente
lleva el peso de las respuestas y lejos de retractarse de su fe
se afirma contundentemente en ella ante el prefecto.
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3ª escena: La osadía de Vicente hace que sean encarcelados
a la espera de la continuidad en los interrogatorios. No
obstante parece ser que el obispo Valero será enviado al
exilio, mientras que a Vicente se le reserva el martirio sin
paliativos.
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4ª escena: En la tarea de "ablandamiento" del
mártir, se le aplica una sesión de latigazos, aunque en la
leyenda oficial esta escena debería ser la 5ª, y la del potro
la 4ª. Cuenta Santiago de la Voragine en la Leyenda Dorada que
el Santo recibió todos los tormentos con impasibilidad, lo cual
enfureció hasta tal punto a Daciano, que él mismo se puso a
fustigar a los verdugos para que incrementaran el castigo.
REGISTRO MEDIO:
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5ª escena: San Vicente es sometido en el potro o ecúleo
al tormento de descoyuntar sus miembros. Este era, normalmente
el primero de los tormentos a los que eran sometidos los reos, en este caso es el segundo.
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6ª escena: Cuenta la Leyenda Dorada que San Vicente sufrió
un martirio similar a San Lorenzo (en lo que parece rasgo
distintivo de los santos oscenses) consistente en ser colocado
en un parrilla sobre un vivo fuego, mientras se le aplican
tormentos suplementarios como el esparcir sal sobre su cuerpo o
rasgarle sus carnes con herramientas incandescentes. Como podemos apreciar
Vicente es reconfortado desde el Cielo y, a pesar de la dureza
de tormento, no morirá. Ante el hecho, Daciano decide cambiar de
estrategia y manda encarcelarlo en una lóbrega celda
inmovilizando sus pies con el cepo de madera.
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7ª escena: La celda no solo no consigue quebrar la entereza
del Santo sino que incluso parece mejorar su estado. Daciano,
en un último esfuerzo, concibe la estrategia de agasajarlo y
cuidarlo hasta que Vicente se acostumbre para, a continuación,
reanudar la tortura. Por tanto lo hace depositar en una cómoda
y rica cama y prodigarle los cuidados que necesite. Paradojas de
la vida, el Santo, en lugar de sanar muere, cuando parecía todo a
su favor.
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8ª escena: Pletórico de rabia por su derrota,
Daciano ordena que el cadáver sea expuesto en un descampado
para que desaparezca esparcidos sus restos y devorados por las
alimañas. Pero ángeles de Cielo velaron el cadáver para que
tal cosa no ocurriera, incluso un cuervo cooperó en tal
menester ahuyentando a aves de rapiña y fieras.
REGISTRO INFERIOR:
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9ª escena: Conocedor Daciano de estos hechos ordenó que el
cuerpo del Santo fuera atado a un bloque de piedra y arrojado al
fondo del mar.
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10ª escena: La Leyenda Dorada relata como, antes de
que la nave que lo echó al agua, regresara a puerto, los restos
de San Vicente eran empujados a la orilla y recogidos por una
ilustre matrona y otros cristianos avisados sobrenaturalmente
por el Santo.
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11ª escena: La imagen que contemplamos en esta escena
se correspondería con una prolongación medieval de la leyenda
tradicional. Se puede apreciar el júbilo de la ciudad de Lisboa
(Lisibona) ante la llegada de los restos del Santo, algo que
debió ocurrir en plena Edad Media y fue consecuencia de la
ocupación musulmana de la Hispania visigoda y en concreto de la
ciudad de Valencia donde, al parecer, estaban depositados sus
restos.
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12ª escena: Entierro cristiano de San Vicente. El autor del
Frontal parece querer asegurar este último rito tras la multitud de
avatares que ha sufrido el cadáver del Santo.
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