PINTURAS DE LA  ERMITA DE SANTA MARÍA DEL MONTE

 

 

La característica más significativa del interior de esta ermita es que estuvo pintada en su totalidad, poniendo en práctica un horror vacui que sólo es comparable al que se aprecia en las tumbas egipcias del Valle de los Reyes. En esta pequeña joya depositaron su devoción y sus rentas, con fijación y quizá hasta con arrogancia, nuestros antepasados.

El interior de la ermita de Santa María del Monte presenta tres tramos  diferenciados. En la fotografía se aprecia el tramo occidental de bóveda apuntada y descentrada respecto a los otros dos tramos, construido quizá en el siglo XIV. Frente a la puerta de acceso encontramos la primera representación pictórica, una Epifanía pintada  también en el siglo XIV

 

La zona  oriental, con dos tramos, presenta una bóveda de medio cañón limitada por arcos fajones de medio punto  rebajados, más ancha y descentrada respecto a la bóveda del tramo occidental. La cabecera es plana aunque pudo ser obra tardía respecto al resto de la bóveda, la cual pudo prolongarse o rematarse mediante un sencillo ábside semicircular. La construcción de esta parte de la ermita es plenamente románica, quizá del siglo XII o del XIII.

 

Pulsando el botón sobre las zonas destacadas de la imagen se accede virtualmente a cada uno de los conjuntos pictóricos  

1.- Epifanía

2.- Martirio de San Vicente

3.- Martirio de Santa Catalina de Alejandría

 

Las páginas correspondientes a las pinturas murales de Santa María del Monte contienen imágenes de los conjuntos pictóricos del martirio de San Vicente y Santa Catalina que son réplicas o interpretaciones de las originales. Dichas imágenes proceden de una interpretación de las pinturas que el autor de esta web realizó en los años 80, a escala 1/3 del original. Por haberse realizado antes de la restauración, estas réplicas pueden contener errores respecto del original que, una vez limpio, muestra su verdadera imagen. De cualquier modo, se trata de interpretaciones que pueden ayudar a discriminar con claridad las imágenes genuinas, pero nunca sustituirlas, pues éste fue el propósito de su autor.

Las dos reproducciones pictóricas fueron realizadas con pintura plástica sobre táblex imprimado con una base de gesso. Para su realización se hicieron más de 100 fotografías sin flash, mediciones de todas las secciones o cuerpos, así como de las escenas individuales, dibujos a mano alzada y estudios pictóricos previos, tanto de estas como de otras pinturas similares. En una segunda etapa se realizó un dibujo pormenorizado de cada una de las escenas y los tramos geométricos intermedios de los que la imagen lateral es una muestra. En las imágenes que se muestran es fácil distinguir los originales de las réplicas, ya que estas últimas presentan un colorido intenso y uniforme. En ningún momento pretendí hacer una copia, más bien fue la materialización de un sueño que desde pequeño me perseguía: contemplar las pinturas con su aspecto original, con una policromía regular cercana al momento de su ejecución.

Las fotografías de las pinturas originales, tanto de la ermita de Santa María como del Frontal de San Vicente, pertenecen a Antonio García Omedes que generosamente me ha permitido utilizarlas. Por cierto que si te gusta el románico, el arte, la cultura o simplemente eres una persona curiosa, no puedes dejar de visitar su sitio web, precioso y completo donde los haya: RUTAS ROMÁNICAS POR EL ALTOARAGON

Consecuencias de realizar una réplica de unas pinturas medievales: auténtica satisfacción, difícilmente comparable a otra cualquiera y, desde luego, meterte en el pellejo de un artista o artesano medieval.

Con seguridad las pinturas de Santa María del Monte son el fruto de un grupo de pintores profesionales con estatuto de artesanos y con gran oficio. Se distribuyeron el trabajo y, en primer lugar, sobre la base de yeso y cal muy fina, marcaron imperceptiblemente los límites generales y trazaron con soltura los marcos de las escenas previamente contratadas con los clientes, seguidamente con pincel impregnado de una solución en tono sanguino realizaron un primer esbozo de los personajes y demás elementos, no muy meticuloso por cierto. En este primer contacto con la pintura, la base de cal absorbió profundamente la pintura y quedó una huella imposible de borrar a no ser que se desprenda el propio soporte de yeso. En esta etapa los pintores trabajaron con rapidez y profesionalidad sin importarles lo minucioso del resultado. En una segunda etapa el grupo de artesanos (quizá 2 ó 3) se repartieron el trabajo consistente en cubrir las escenas con los colores definitivos, posiblemente con una solución al temple de pintura en polvo. Para ello emplearon unos siete colores básicos, aunque el efecto producido al combinarlos entre sí diera la sensación de ser muchos más. Por último fueron realizadas las cenefas que se intercalan entre las escenas, aunque los últimos retoques que dieron brillantez y vida a la obra consistieron en la realización de puntos y filigranas en color amarillo, blanco y negro intenso sobre los trazos geométricos y los bordes de arquitecturas y de vestimentas. Parece evidente también que el pintor más diestro se ocupó de las figuras principales de cada conjunto (Santa Catalina y San Vicente) y les dedicó un tiempo extra en la ejecución que las demás no recibieron. Es evidente que los rostros y vestiduras de estas dos figuras nos hablan de un buen pintor, bastante ajeno al románico. Todo en la ejecución de los dos conjuntos pictóricos nos indica que fueron realizados por las mismas personas y de forma simultánea..

Las pinturas de Santa María del Monte de Liesa pueden ser rústicas e ingenuas pero de ningún modo insulsas. Creo que mejor habría que darles el apelativo de "populares", entendiendo con ello que estamos ante una obra dirigida a la sensibilidad del pueblo y que responde a sus gustos. Pero lo que más maravilla de las mismas es la soltura con la que están realizadas, a la manera de un moderno ilustrador de comics.

Es fundamental advertir al visitante que lo que contempla ahora es una mezcla del dibujo con sanguina (sobre todo) y de la pintura cubriente al temple.

 

 

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